domingo, 11 de noviembre de 2007

el sabor de la costumbre

No he tenido tiempo o tal vez valor para quedarme lo suficiente y acostumbrarme a unos brazos, que la fuerza de lo conocido con una pequeña pizca de monotonía acompañe la relación y sentir el goce, como niño que encuentra un chocolate, de encontrar el mismo rostro conocido por el tacto y continuar mi rumbo por los caminos ya andados, que por tanto recorrerse quedan marcados en la memoria, esa que ya no es efímera, ahora es un mapa guiando mis pasos. Los gestos y murmullos que salen de tu boca sean material conocido para esta cabeza despistada. No he podido abrazarme a un presente que se escriba día con día, para marcar con tinta las risas compartidas, los sueños realizados, que las olas de este océano revuelto de la vida, acompañadas con el viento, un viento de cambio, no sea de tu vida y de la mía sino de una vida juntos, que cambie o evoluciones al ritmo de una sola. Quiero mirarme en los mismos ojos, encontrar el sabor de los mismos besos, sentir el calor de los mismos brazos al buscar un refugio cuando llega el invierno.

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